7 de agosto de 2021
Facu Conte: NO QUIERO SACARME LA MEDALLA NUNCA MÁS
Por primera vez en la historia, Argentina tiene una pareja padre-hijo medallista en unos Juegos Olímpicos. Hugo Conte en 1988, Facundo Conte en 2021.
🤗♥ El abrazo entre Hugo y Facundo Conte "El heredero" luego de ganar la medalla de bronce en #Tokio2020 🥉
— Rosario3.com (@Rosariotres) August 7, 2021
💬 “Mi hijo de chico jugaba con mi medalla, ahora de grande yo me voy a poner la suya”, dijo papá Conte, quien fue protagonista en Seúl 88
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Facundo Conte
"Estoy tremendamente feliz. Pocos saben lo que luchamos por esto. No me voy a sacar la medalla. No lo puedo creer. Quiero que me den la medalla ya. Ojalá en las casas argentinas lo hayan vivido con emoción. Esto es la gloria. Grabamos nuestros nombres en la piedra".
Sebastián Solé
“Se me puso la piel de gallina con el último punto, esta medalla es de diamante para nosotros porque es difícil estar a nivel de los grandes equipos”, dijo Solé por la señal de TyC Sports.
Y agregó: “La gente que está en el ambiente del vóleibol sabe que es muy difícil y es una alegría muy grande para todos. Gracias a todos los que nos bancaron siempre”.
De Cecco
"Es un premio al empuje, al trabajo, al sufrimiento. Hay que disfrutarlo. Es algo increíble. Es un premio al esfuerzo. A saber caerse y levantarse. Nos queda disfrutarlo. Ojalá el voley argentino agarre este empuje para seguir creciendo".
El vóleibol es una de las disciplinas de equipo más practicas en la Argentina, que organizó un mundial en 2002, en el Luna Park, de Buenos Aires. El ambiente se sentía un poco relegado en los últimos años, más allá de tener varios jugadores en acción en Europa. La liga nacional afrontó algunos problemas y el seleccionado masculino tenía buenas actuaciones parciales pero le faltaba coronar un resonante resultado final en una competencia. El femenino, en tanto, venía creciendo, con clasificaciones para protagonizar los Juegos Olímpicos, pero en Tokio 2020 experimentó un retroceso respecto a Río de Janeiro 2016. Ahora el vóleibol nacional confía en que el logro de la medalla de bronce alimente las bases, genere más interés en chicos como para que quieran volcarse a practicarlo.
Y para la delegación celeste y blanca, en su participación olímpica menos exitosa posterior a Barcelona 1992, el tercer puesto del vóleibol cobra más relevancia. En Juegos recientes, entre algunas medallas doradas y plateadas, las de bronce quedaban relegadas en atención. En este contexto, el metal amarronado reluce especialmente, por más que le permite trepar solamente un puesto en la clasificación general de países de Tokio 2020.
Para el deporte de los remates y los bloques, sin embargo, es mucho más que eso. Es el bronce; es el triunfo sobre Brasil, el archirrival y tricampeón olímpico; es el desquite de ese partido por el tercer lugar perdido en Sydney 2000 a manos de Italia; es revivir su película más dulce, la de esa victoria de la generación de bronce de Seúl ’88 ante el gran vecino; es la esperanza de ocupar un espacio más grande en el concierto internacional. Y para su máximo referente, Facundo Conte, no es descolgar un póster, sino meterse por fin a esa foto familiar que tiene a su papá, Hugo, como poseedor de una medalla olímpica. Sin retoque digital, sino con absoluto mérito propio.