Viernes 26 de Julio de 2024

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15 de mayo de 2024

LA MUJER, CASAMIENTOS, VIOLENCIA, DIVORCIO SEGUN LA UNIVERSIDAD AUSTRAL

A nivel nacional, el índice de nupcialidad, que indica la cantidad de matrimonios por cada 1.000 habitantes, señala tasas variables con una tendencia a la baja entre 2001 y 2022. Así, el índice en 2001 era de 3,5; entre 2013 y 2021 el índice fue inferior a 3 (especialmente en pandemia). Sin embargo, el 2022 cerró con un índice de 3 puntos, lo que demuestra una posible tendencia al alza, no obstante, habrá que evaluar su evolución en los próximos años (Min. Salud, Estadísticas Vitales 2001-2022).

La jurisdicción con mayor índice de nupcialidad es la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (4,4), seguida por las provincias de Misiones (3,7) y Neuquén (3,4) (MS, 2022). No obstante, el alza observada en 2022, la cantidad de matrimonios celebrados en nuestro país no deja de mostrar una tendencia descendente en los últimos 30 años. Así en Ciudad de Buenos Aires, el índice de nupcialidad pasó de 5,8 en 1994; a 4,4 en 2022, casi 4.000 matrimonios menos (DGESYC, 2022).   • En la Ciudad de Buenos Aires, la edad promedio de nupcialidad en las últimas tres décadas ascendió en un promedio de 7 años en el varón (1995: 29,5 a 2022: 36,8 años) y de 5 años en la mujer (1995: 28,2 a 33,3 años). • Paralelamente la convivencia fuera del matrimonio, viene aumentando en las últimas décadas en el país y particularmente en la Ciudad de Buenos Aires. El Censo Nacional de Población contabilizó para 2010 un 18% de personas de 14 años y más que convivían en pareja fuera del matrimonio (19% varones y 16% mujeres). Es importante advertir que en CABA la Ley de Unión Civil Nº 1004, reglamentada en mayo de 2003 (Decreto 556), habilitó el registro de otras formas de unión, no matrimoniales, que otorgaban a las partes un reconocimiento similar al de los cónyuges. Lo que significó que, en muchos casos, los pedidos de certificaciones de convivencia fueran superiores a la cantidad de matrimonios celebrados en el mismo año. Esto se acentuó particularmente a partir de 2015 con la reforma del Código Civil y Comercial que reglamentó las uniones convivenciales (se distinguen de las certificaciones, al exigir un plazo previo de convivencia de 2 años).         En la Ciudad de Buenos Aires, hace 30 años (1994) se celebraron 17,336 matrimonios y se inscribieron 6,346 divorcios, una proporción 36,6 divorcios por cada 100 matrimonios. En 2022, se constituyeron 13,426 matrimonios vs. 6,454 divorcios, una tasa de 48,1 divorcios por cada 100 matrimonios.   . Educación, profesión y trabajo Formación • En los niveles de educación obligatoria (primaria y secundaria) no se observan diferencias notorias en las tasas de asistencia al sistema educativo formal entre varones y mujeres. Sin embargo, entre los jóvenes de 18 y los 24 años, las mujeres presentan mejores tasas que los varones (54,2% vs. 41,4%) (INDEC, 2024). • Al mismo tiempo, 62 de cada 100 varones tienen un desempeño satisfactorio o avanzado en matemática, y solo 57 de cada 100 mujeres se encuentran en esa situación. Pero, al llegar a niveles más altos de educación formal, las mujeres permanecen y egresan en mayor medida que sus pares varones (INDEC, 2024).   •De acuerdo con el censo 2022 (INDEC), son más los varones con un nivel máximo de secundario incompleto (49,3 vs. 41,2) y la franja con secundario completo casi no tiene diferencia entre sexos (25,3 vs. 25,1). Sin embargo, son más las mujeres (33,8) que alcanzan un nivel superior o universitario (completo o incompleto) que los varones (25,4). La misma tendencia se observa en el censo 2010, dónde el 54% de las mujeres completaron el nivel universitario, lo que representaba el 4% de la población de 20 años y más (INDEC, 2010).   •En el entorno familiar, esta diferencia también se va haciendo paulatinamente más notoria. Según el Informe de Nupcialidad del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el porcentual de matrimonios heterosexuales según nivel educativo de las/os contrayentes si bien conservaba una paridad sostenida (51%), se profundiza la mayor brecha educativa a favor de las mujeres, tendencia sostenida (62%) al 2019 (no se cuenta con datos actualizados a la fecha) (DGESYC, 2020).   Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad - Bolzon, Dimier de Vicente - 2024   6. Educación, profesión y trabajo Trabajo Teniendo en cuenta que hoy las mujeres aportan económicamente en gran medida a sus hogares, especialmente en el caso de los monoparentales, el ingreso al mundo laboral resulta de vital trascendencia. • Según el INDEC (2024), mujeres y varones participan en desigual proporción en el mundo del trabajo: mientras que el 55,5% de mujeres de 14 años y más es económicamente activa, entre los varones este valor alcanza el 72,4%. Esta disparidad varía a lo largo y ancho de nuestro país, con valores que van del 45,6% en Santiago del Estero a 65,7% en Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Pero las brechas de género en la actividad económica se mantienen en las distintas franjas etarias y se profundizan en las edades centrales. Así entre los 20 y los 49 años, los varones son económicamente activos en una mayor proporción (del 83% al 93%), que las mujeres (68% al 71%).     • El mismo informe reporta la participación diferencial de mujeres y varones en los distintos sectores de la economía, lo cual caracteriza ciertas actividades como típicamente femeninas o masculinas. Las mujeres tienen una mayor participación relativa en ocupaciones vinculadas al cuidado, tales como “Actividades de los hogares como empleadores de personal doméstico”, “Enseñanza” y “Salud humana y de servicios sociales” (INDEC, 2024). • Según el estudio de Voices (2023), las mujeres (45%) sostienen en mucha mayor medida que los hombres (24%), que su salario es menor debido a su género. No obstante, en el comparativo global los argentinos y argentinas creen que las mujeres tienen las mismas o mayores oportunidades de carrera y trabajo que los hombres.     Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad - Bolzon, Dimier de Vicente - 2024   6.Educación, profesión y trabajo Tareas en el hogar   •Según el informe 2023 de Voices, en nuestro país los niveles de percepción sobre la igualdad de género en el hogar han mejorado en los últimos años (67%). Dentro de las tareas más compartidas se encuentra hacer las compras (mujeres 85%, varones 78%). La menos compartida es limpiar los baños (mujeres 75%, varones 38%). • Este tipo de cuestiones se acentuó especialmente durante la pandemia. En ese momento, según relevamientos propios, algunas tareas domésticas fueron desarrolladas mayoritariamente por los hombres: hacer las compras (mujeres: 42,78%; hombres: 46,28%) y ocuparse de la jardinería (mujeres: 35,06%; hombres: 45,59%). Otras, como cuidar de las mascotas (mujeres: 32,54%; hombres: 29,04%), cocinar (mujeres: 45,50%; hombres: 30,52%), limpiar la casa (mujeres: 48,55%; hombres: 23,85%), lavar la ropa (mujeres: 67,94%; hombres: 23,85%) y los platos (mujeres: 41,06%; hombres: 28,54%) son tareas que se desarrollaron con marcada prevalencia por mujeres. Las tendencias de división de tareas a cargo de la mujer, en el segmento poblacional adulto, se reproducían en el adolescente y en el de las adultas mayores. (CERI, 2020)           Participación en tareas de cuidado Nivel educativo, sexo y edad • La participación de las personas en las distintas formas de trabajo no remunerado varía según el nivel educativo alcanzado. Este mismo comportamiento se observa por sexo: la dedicación horaria no varía en forma significativa conforme aumenta el nivel de instrucción; en cambio, se observa entre mujeres y varones una mayor participación en este tipo de trabajo para las personas con terciario o universitario incompleto y más (INDEC, 2021). • En el caso del trabajo de cuidado, el porcentaje de participación aumenta conforme se eleva el nivel educativo, con excepción de las personas con terciario o universitario incompleto y más (25,6%) con cierta paridad de género. En lo que respecta al trabajo doméstico, también se observa un incremento del porcentaje de participación a medida que se eleva el nivel educativo. Son los varones los que realizan más tareas domésticas a mayor nivel educativo: el 66,9% con hasta primario incompleto y asciende a 76% para los que tienen terciario o universitario incompleto y más. En el caso de las mujeres con hasta primario incompleto, el porcentaje de participación es del 95,6%, y desciende a 88,3% para las que poseen terciario o universitario incompleto y más (INDEC, 2021). • El cuidado es una parte fundamental como eje vertebrador de la dinámica familiar actual. En muchos hogares, los adultos mayores desempeñan un papel importante en el cuidado de sus familiares y miembros de la comunidad, ya sea de forma remunerada o no. Esta contribución a menudo pasa desapercibida, pero es esencial para mantener el bienestar y la cohesión social. • Según datos propios durante la pandemia, muestran que el 65,83% de los encuestados aseguró que la distribución de las tareas domésticas y de cuidado sufrieron algunas modificaciones, prevaleciendo varias de ellas con un marcado protagonismo femenino (5 mujeres por cada 3 hombres) en las tareas de cuidado de niños (46,66%), personas con discapacidad (52.67%) y personas mayores (53,13%). Con respecto a las mismas tareas desempeñadas por los adultos mayores que convivían en hogares multi-generacionales, se mantuvo similar tendencia, prevaleciendo la colaboración de las mujeres (60%) por sobre la de los hombres (40%) (CERI, 2020). VIOLENCIA •La mujer, por su rol en el hogar, pero también por su aporte social, resulta ser una de las figuras más trascendentes del entorno familiar. De allí la necesidad de entender los cambios internos y eternos que le han sucedido en estos 30 años. Su cuidado protección e impulso para el desarrollo son fundamentales para crear una sociedad más justa en todos sus ámbitos, desde la reducción de la pobreza hasta la promoción de la salud, la educación, la protección y el bienestar de niñas y niños (ONU). •Violencia   •En el mundo, al menos, el 35 % de las mujeres entre 15 y 49 años han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja o por una persona que no era su pareja (ONU). Una tendencia que está lejos de reducirse. • Según el informe de Voices por el día internacional de la mujer 2023, el 20% de las mujeres encuestadas a nivel global (estudio en 39 países) señala haber padecido algún tipo de violencia en el último año, versus el 17% que lo señalaba en 2022 y el 16% en el 2021. En este estudio, la Argentina ocupa el top 2 de países con mayor proporción de mujeres que declaran haber padecido algún tipo de violencia en los últimos doce meses (44%). Otros países de LATAM también registran altos porcentajes, y superan el promedio global: Brasil y México con 30% y Chile con 25%. Respecto a los resultados globales por segmentos etarios, se observa que las mujeres más jóvenes son las más afectadas por la violencia (Voices, 2023).   • Según las estadísticas de la Oficina de Violencia Doméstica dependiente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, a lo largo de los años, el grupo de personas más afectado fue el de mujeres jóvenes y adultas de entre 18 y 59 años, seguido por el de niñas, niños y adolescentes. Los varones jóvenes y adultos representan menos del 9% de las personas afectadas y las personas mayores (mujeres y varones de 60 años o más), entre el 5 y el 7%. 6 de cada 10 personas denunciadas son varones adultos de entre 22 y 49 años (OVD, 2023).   • Las estadísticas dan cuenta de que en más del 90% de los casos de violencia doméstica, víctima y victimario están unidos por un vínculo de pareja o un lazo filiatorio (OVD – INDEC). A partir de los 18 y hasta los 59 años, el tipo de vínculo más usual entre personas afectadas y denunciadas es el de pareja, registrando porcentajes superiores al 80% en los rangos que van de 22 a 49 años. Mientras que 5 de cada 10 personas mayores tienen un vínculo filial con las personas denunciadas (OVD, 2023). Las actuales tasas de fecundidad, la menor cantidad de hijos en el hogar y la pérdida de vidas con el aborto (96,664 en 2022 M. Salud) alertan sobre los graves problemas de recambio poblacional a los que se enfrentará la Argentina en muy pocos años. •De la misma manera, el incremento en la edad de la maternidad en nuestro país va en línea con las proyecciones de la CEPAL (2022), que espera que esa tendencia continúe y que la edad media de la maternidad en América Latina alcance 30,4 años en 2100. • Sin embargo, hace tiempo los especialista vienen señalando que, a pesar de los cambios sociales y médicos, la ventana reproductiva de la mujer no se ha modificado, sigue estando concentrada de los 20 a los 30 años. Así una mujer que intente quedar embarazada a los 30 años tendrá una posibilidad de aproximadamente del 22% de lograrlo, mientras que una mujer de 42, solo tendrá un 6% de probabilidades (Menken et all, 1986; Veiga, 2015). • Esto hace que la relación entre los cambios sociales y los datos biológicos en materia de fertilidad, predigan un presente y un futuro cada vez más proclive al uso de distintos procedimientos médico-científicos para alcanzar la reproducción. Tratamientos complejos, no exentos de problemas y con tasas de éxito inferiores al 50% en la mayoría de los casos (Zegers-Hochschild et all, 2021; Ministerio de Salud, 2016). • En línea con esta tendencia, cada vez son más las mujeres que deciden congelar sus óvulos. Históricamente la principal causa era el desarrollo profesional, hoy, las encuestas indican que el 78% de las mujeres lo hace por falta de una pareja y solo el 13% lo hace por motivos laborales. Algunos expertos, también indican que “no hay hombres que quieran tener hijos”. Por su parte, las empresas argentinas, llevan la delantera en ofrecer a sus empleadas la posibilidad de congelar sus óvulos, en América Latina (Clarín, 2024).   •En estos últimos años, los importantes movimientos migratorios de las generaciones más jóvenes argentinas incidirían en el proceso de envejecimiento de la población argentina agudizando el impacto y sus efectos, tanto a nivel demográfico e intergeneracional del país, como en las redes de apoyo y cuidado con relación a las personas mayores de 60 años. •Los datos señalan que nuestro país presenta altos índices de autonomía en las personas mayores, lo que revela que no solo se trata de tener mayor capacidad de desenvolverse de manera independiente, sino que abarca un concepto más amplio que involucra el derecho de las personas a elegir su propia forma de vida, a tener un propósito vital y asumir los riesgos que consideren necesarios. Sin embargo, a pesar de este panorama alentador, surgen nuevas realidades en la vida familiar. • Partiendo de lo señalado por la Organización Mundial de la Salud (2005), a nivel mundial se considera que lo ideal de toda persona es envejecer en el seno de la propia comunidad. Por otra parte, aún en los países que cuentan con políticas de asistencia estructurada bien formuladas, los vínculos intergeneracionales y el sentimiento de reciprocidad hacen que la mayor parte de la asistencia que se presta siga siendo no estructurada. Ésta conserva un carácter complementario y no sustituye a la asistencia familiar y profesional (OMS, 2005, Cuestión 5:102). • Asimismo, la tendencia de género revela que la mujer abarca las tareas domésticas y de cuidado como una multi-tarea, también existe una clara tendencia a preocuparse y ocuparse más por la atención personal de los miembros de su familia. Continúa siendo la responsable de organizar y planificar los tiempos del hogar y de la familia, repercutiendo en un mayor stress y agotamiento mental. Como síntomas prevalentes puede padecer de cefaleas crónicas, hipertensión arterial, obesidad, enfermedades de la piel, digestivas, o trastornos psicológicos (Voices, 2024). En esta línea, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 de las Naciones Unidas, en su meta 4, “exige reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidado no remunerado como condición para lograr la igualdad de género”.  •Sabemos que la violencia es un problema social en creciente desarrollo, y que, a pesar de los múltiples esfuerzos, los pedidos de ayuda y asistencia son cada vez más numerosos. Claramente, la violencia contra la mujer sigue registrándose con índices alarmantes, pero varias son las normas y políticas que en los últimos años se adoptaron para combatirla, aunque todavía no se aprecian resultados suficientes. •Por otro lado, es importante atender al aumento constante de los niveles de violencia en niños, niñas y adolescentes, dónde los agresores son en su mayoría, aunque no únicos, los varones. Por su parte, también se observan índices importantes en los que se señala a niñas, niños y adolescentes como victimarios (OVD). Una deuda pendiente para la sociedad argentina que no cuenta con legislación en materia de maltrato infantil. •La incidencia de casos de violencia intrafamiliar es cada vez mayor, y los perjuicios que ella trae –de salud, económicos, pero sobre todo personales− son el centro de atención de organismos nacionales e internacionales preocupados por poner fin a este flagelo, un camino a seguir por el Estado argentino. •Finalmente, debemos indicar que la dispersión y en algunos casos, la ausencia de datos a nivel país o por jurisdicción, dificultan o impiden la creación de normas y políticas públicas eficaces para la prevención y la atención de las poblaciones que más lo requieren. •Trascendiendo épocas y culturas, la familia sigue siendo el ámbito que marca de manera decisiva el sentido de la vida, donde están las personas más significativas que forjan la vida personal, en particular las mujeres. Sus funciones son básicamente esenciales para el desarrollo humano, el cuidado, la socialización, la salud y la educación, tanto en un sentido positivo, como negativo ante la imposibilidad de poder cumplir con ellas.

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