30/06/2025
Los próximos atentados terroristas: América Latina no es un santuario inviolable

Fuente: telam
Después de los golpes recibidos por Irán y sus milicias aliadas, todo Occidente está bajo amenaza de la ira teocrática de Teherán
>El escenario planetario se está delineando con trazos gruesos. Ese Estados Unidos tan denostado como omnipresente sigue siendo, guste o no, el definidor de los grandes conflictos globales: por peso bélico, por economía, o simplemente por inercia histórica.
Se atacó a una nación que se proclama beligerante, que financia terrorismo global y que disfraza una dictadura como teocracia, violando sistemáticamente derechos humanos.
Europa, mientras tanto, observa. Casi siempre tarde, casi siempre tibia. La OTAN, sin el músculo estadounidense, apenas logra sostener su estructura. Y ahora, Washington los empuja: “Pongan los garbanzos o arréglense solos”. Todos se alinearon, menos Pedro Sánchez, que sigue atrapado en sus juegos cortesanos, cediendo lo que sea con tal de sobrevivir un poco más. Goethe no habría imaginado semejante decadencia sin inspiración trágica. Tiempo al tiempo: las urnas ya vienen por él.
El sistema multilateral está agotado. Esto es lo que demuestra todo lo que vivimos a diario. O está agotado como lo conocíamos. Las Naciones Unidas son un teatro triste. El Consejo de Seguridad es un club de caballeros en saco y corbata que discuten con frialdad sobre matanzas y genocidios, se mienten entre ellos y se leen discursos realizados por sus cancillerías como si fueran las compras del supermercado, eso sí, con rostros adustos y sacos caros, bien caros. Y el Secretario General recita frases huecas con tono de epitafio. La ONU nació en 1945 con 50 países. Hoy son más de 200, muchos de ellos con credenciales democráticas cuestionables. Solo en el Caribe hay 13 países que, sumados, no llegan a 10 millones de habitantes. ¿Qué representatividad puede tener ese esquema para hablar en nombre de la paz y los derechos humanos? Las mayorías hoy ya no son “sanctas”. Jaque mate institucional.
Es hora de un acuerdo entre Estados Unidos y China. Ambos lideran sus regiones, ambos influyen, y aunque parezcan enemigos naturales, tienen propósitos convergentes: expansión económica, orden global, estabilidad interna. Si estos dos gigantes se sentaran a rediseñar el tablero multilateral desde el pináculo, pocos lo discutirían. Lo saben. Y probablemente lo estén pensando. Y esto que pocos advierten se podría dar en algún momento. Las tarifas son coyuntura, lo importante es si se reconocen lo que son en este presente.Irán, en este tablero, perdió. Al menos en el corto plazo. Tras la masacre del 7 de octubre, Israel no tenía opción: o reaccionaba, o desaparecía por asfixia. Respondió. Destrozó a Hamas, acotó a Hezbollah, y golpeó a Irán en sus plantas nucleares. No sabemos si fue suficiente, pero al menos detuvo el reloj un tiempo. Porque un Irán con bomba atómica no inquieta solo a Israel, sino a todo Occidente. Y los que insisten en ver a Irán como víctima deberían recordar que, si pudieran, los ayatolás nos pondrían a todos los infieles bajo castigo divino. Lo han dicho, lo creen, y lo intentarían.
Y aquí llega la tesis incómoda: lo que Irán no logra en el campo militar, lo impulsa en el terreno del terrorismo. Esa ha sido su especialidad. Ya lo hizo en Argentina, con precisión quirúrgica y con resultados impunes. Hoy, tras la afrenta recibida, nadie duda -al menos en los círculos de inteligencia- de que buscarán revancha. Y esa revancha no será convencional: será asimétrica, cobarde y cruel, como suelen ser los atentados.¿Dónde? ¿Cuándo? Nadie lo sabe. Pero todos coinciden en que está cerca: días, semanas o meses. Y América Latina no es un santuario inviolable. Venezuela ha sido aliada estratégica del régimen iraní, con presencia desde supermercados hasta industrias fantasmas, con pasaportes falsos, lanchas donadas, y -según algunas sospechas persistentes- hasta entrega de uranio (Informe Lanata en PPT de hace años). Recordemos al fiscal Nisman y su batalla contra los iraníes. No es anécdota. Es advertencia.
El continente no puede seguir creyéndose a salvo solo por estar lejos del epicentro. El epicentro es el mundo. Ya hubo sangre, ya hubo horror. Y la historia -como siempre- puede repetirse.Fuente: telam