DEPORTES
21 de julio de 2021
Nadadora sorda y ciega renuncia a los Paralímpicos de Tokio porque le prohibieron llevar a su asistente
Es sorda y ciega (con muy severa limitación de la vista), pero su discapacidad no la he detenido y ella es, actualmente, una de las mayores nadadoras paralímpicas del mundo.
Ganadora de tres medallas de oro en los pasados Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro 2016 y una de las favoritas para hacerse del metal preciado en las competencias que se desarrollarán en Tokio.
Pero la atleta estadounidense Rebecca 'Becca' Meyers, de 26 años, nadadora paralímpica de élite y un ejemplo de poderosa voluntad, ha decidido no asistir a los Juegos Paralímpicos de Tokio, que se desarrollarán del 24 de agosto al 5 de septiembre, luego de que el Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos (USOPC) le comunicó que no podría llevar con ella a Japón a su asistente personal.
La razón es que las restricciones impuestas para encarar el covid-19 han reducido la cantidad de personas que una delegación puede llevar a Tokio y por ello se determinó que solo viajarán a Japón los atletas y personal esencial.
El problema en ello es que esa decisión implica que a Meyers no podrá acompañarla su madre, Maria, quien es su asistente de confianza y quien la ha ayudado durante toda su vida en sus competencias de natación. Para Meyers, la ayuda que su madre le provee es esencial para poder competir, y por ello ha decidido renunciar a los Juegos Paralímpicos de Tokio, pese a que ella era una de las fuertes contendientes para ganar en su disciplina y a que eso podría significar, a sus 26 años, que ya no tenga la posibilidad de asistir a otros juegos en el futuro, dada la fuerte competencia.
Meyers dijo al periódico The Washington Post que "me encantaría ir a Tokio… La natación me ha dado identidad como persona. Siempre he sido Becca la niña nadadora. No me lo he tomado a la ligera [la decisión de no asistir a los paralímpicos Tokio]. Esto ha sido muy difícil para mí [pero] necesito alzar la voz para producir un cambio, esto no puede continuar más".
Meyers nació con Síndrome Usher, una enfermedad genética que produce que quienes la padecen no puedan escuchar (sus nervios auditivos no transmiten las señales apropiadamente) y sufran también de degeneración de la retina, lo que conduce a la pérdida progresiva de la vista.
En 2016, narra el Post, Becca tuvo una experiencia difícil en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro, pues en un momento se encontró aterrada en su cuarto de la Villa Olímpica y sin comer porque no había podido hallar el comedor de los atletas. Ella logró sobreponerse gracias a la ayuda de sus padres y logró ganar tres medallas de oro y una de plata.
Pero también se prometió a sí misma que nunca más iba a estar en esa situación y, por ello, llegó a un acuerdo con el USOPC para que su madre la acompañara a las competiciones y la asistiera. Gracias a ello Meyers mantuvo un muy alto nivel deportivo, ganando medallas de oro y estableciendo récords en campeonatos mundiales de natación paralímpica.
Pero eso no sucederá en los Juegos de 2021.
Una amplia explicación de sus razones para no ir a Tokio y una fuerte crítica a la decisión del USOPC de que su mamá no viajara con ella fue publicada por Meyers en sus redes sociales.
Meyers escribió: "Tuve que tomar la desgarradora decisión de retirarme de los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. Estoy enojada, desilusionada y, sobre todo, triste por no poder representar a mi país. El USOPC me ha negado el arreglo esencial y razonable para mí, una atleta sorda y ciega, para que pueda competir en Tokio, diciéndome repetidamente que no necesito una asistente de cuidado personal ‘en quien yo confío’ porque habrá un solo asistente en el equipo disponible para asistirme a mí y a otros 33 nadadores paralímpicos, nueve de los cuales también tienen incapacidad visual. El USOPC había aprobado que yo tuviera a mi confiable asistente de cuidado personal (mi mamá) en todas las competencias internacionales desde 2017, pero en esta ocasión es diferente. Por el covid, se han establecido nuevas medidas de seguridad y límites al personal no esencial, lo que es correcto, pero mi confiable asistente de cuidado personal me es esencial para competir. Así, en 2021, ¿por qué como persona discapacitada aún debo seguir luchando por mis derechos? Hablo a nombre de futuras generaciones de atletas paralímpicos con la esperanza de que ellos nunca tengan que experimentar el dolor por el que yo he pasado. Ya basta".