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ARGENTINA

18 de diciembre de 2022

La camiseta más grande del mundo: Argentina olvida todos sus problemas y es una fiesta antes de la final

Macri y Fernández se detestan. Ir a Qatar era, para Fernández, exponerse a ser considerado "gafe", lo último que necesita un presidente con bajísimos índices de aprobación

Millones de argentinos hubieran preferido anular el sábado como sexto día de la semana y saltar directamente al domingo, a esa final del mundial de fútbol que hace días que tiene todo congelado: nadie habla de la inflación ni de los desaguisados del gobierno, todos sueñan con que, 36 años después de aquel de Diego Maradona en México 86, el tercer título llegue en Qatar de la mano de Lionel Messi.

En ese contexto, todo es posible: el sábado se cerró con "banderazos" en diferentes ciudades del país, inundadas por los colores celeste y blanco en forma de camisetas de la selección, banderas, banderines, gorros y todo lo que sea imaginable a las puertas del verano austral. En Rosario, la ciudad natal de Messi, ondeó la camiseta "más grande del mundo", que se estima que pesa cien kilos.

El ambiente es de alegría, toda una novedad en un país que arrastra más de cuatro años de una seria crisis económica, una inflación de casi el cien por ciento anual, crecientes problemas de criminalidad y un tóxico ambiente político con los puentes entre el gobierno y la oposición rotos.

Tan rotos, que el presidente Alberto Fernández optó por quedarse en Buenos Aires y rechazar los insistentes pedidos del jefe de Estado francés, Emmanuel Macron, de ver juntos en Doha el partido entre Argentina y Francia.

"Como millones de compatriotas, disfrutaré la final de la Copa del Mundo en casa. Viviré este momento fantástico como hasta ahora, junto a mi gente. En la cancha van a estar los mejores de los nuestros y en la tribuna una gloriosa hinchada", escribió Fernández en twitter antes de cerrar con la clave de su mensaje: "Además, cábalas son cábalas".

"Cábala", en Argentina, es la palabra utilizada para referirse a una superstición: si las cosas salen bien, no se cambia nada. Ni dónde se ve el partido, ni con quién, ni qué se come, ni que se hace. Así, tras el tropiezo inicial ante Arabia Saudí, lo que funcionó en la victoria ante México se mantuvo en los siguientes partidos. En las señales noticiosas de televisión se muestran las diferentes "cábalas" que envía la audiencia, desde vestir a sus perros con la camiseta argentina a ubicar a sus hijos en el exacto mismo lugar de cada partido sin que se puedan mover de allí.

Fernández, peronista, no estuvo en Qatar, donde sí está el ex presidente Mauricio Macri, un liberal que preside la Fundación FIFA gracias a su gran relación con el presidente Gianni Infantino.

Macri y Fernández se detestan. Ir a Qatar era, para Fernández, exponerse a ser considerado "gafe", lo último que necesita un presidente con bajísimos índices de aprobación y consideración pública, pero que acaricia la idea de presentarse el año próximo a la reelección.

En el caso de que Argentina pierda con Fernández en las gradas, la etiqueta de "gafe" lo perseguiría por siempre, como fue el caso del peronista Carlos Menem, presente en la derrota de Argentina ante Camerún en el partido inaugural de Italia 90. La idea es que, en ese caso, el "gafe" sea Macri. Y si Argentina finalmente gana, Fernández espera beneficiarse el lunes, cuando la selección esté de regreso en Buenos Aires y sea recibida con un baño de fervor popular en el centro de la ciudad.

Rodrigo AbdAP

Más allá de las oscilaciones no siempre racionales de la política, la hiper difusión de cualquier asunto relacionado con el Mundial ha desatado una suerte de competencia por ver quién es más original, apasionado, irracional o todo a la vez: las ocho señales de noticias y la pasión argentina por las redes sociales se encaran de viralizar hasta casi el infinito cualquier asunto, ya sea de envergadura o de lo más banal. Lo importante es que sea original y esté relacionado con el Mundial.

Las esposas y novias de los jugadores de la selección, que celebraron juntas una cena en la noche previa a la final, prometieron que todas se harán el mismo tatuaje en el caso de que Messi alce el trofeo de campeón en Doha, donde la cantidad de medios y periodistas argentinos es abrumadora.

Así, se hizo famosa una señora de 76 años, bautizada como "abuela", a la que los jóvenes del barrio de Villa Luro, en Buenos Aires, celebraron en las calles con un cántico que se hizo viral: "Abuela, lalalalala". El fenómeno ya cuenta con dos cuentas en Instagram: @abuala_lalala y @lospibesdeluro. En los mismos días, una casa de electrodomésticos de Paraná, provincia de Entre Ríos, le regaló un televisor a un hombre de 86 años que siguió todo el partido de semifinales ante el escaparate de la tienda.

"¡Muchas gracias al jeque, muchas gracias Abdulah!" es otro cántico que se difundió en las últimas horas: es de un grupo de hinchas, en Qatar, agradecen la hospitalidad de un qatarí que les dio techo y comida.

Aunque no todo es tan jocoso en Doha: miles de argentinos volaron en las últimas horas sin tener entradas para el partido con Francia. Una vez allí colapsaron los teléfonos y las redes sociales de la embajada argentina en Qatar: reclaman entradas, sienten que si están allí no pueden quedarse a las puertas de un momento que se perfila histórico.

Así, la usuaria Melanie Ureta optó por pedir dinero a través de Instagram: "El domingo se juega la final y está complicado conseguir tickets. La reventa arranca en los 4.000 dólares y costear eso es imposible. Vi todos los partidos, no me puedo perder el último después de tanto esfuerzo. Si quieren pueden colaborar para que compre la entrada o compartir la publicación". Y deja su número de cuenta bancaria.

Algunos de los que están hoy en Doha fueron quizás más previsores y audaces que Melanie; vendieron pequeños terrenos, el auto o gastaron todos sus ahorros en viajar a Qatar, un país en el que el costo de vida es sideralmente más alto que en la Argentina del peso devaluado.

Clarín, el diario más leído del país, celebró recientemente el impacto que está generando el Mundial, una usina generadora de alegría en un país que hacía ya tiempo que necesitaba reír y relajarse.

"Por unos días, el mundo nos mira. Hablan bien de Argentina. Los argentinos, dicen. Somos nosotros", escribió el columnista Héctor Gambini.

 

Las notas sobre qué dicen de la Argentina son las más leídas en la web. Aunque adentro nos matemos, nos gustan los likes de afuera.

Parece que nos importa más cómo nos ven que lo que somos. Lo que están viendo ahora mismo es a nuestros jugadores".RESUMEN EL MUNDO



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