Lunes 16 de Septiembre de 2024

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ESPECTÁCULO

4 de septiembre de 2024

Selva Alemán: de que murió y repercusiones de todo el mundo artistico

Murió Selva Alemán, reconocida actriz argentina, a los 80 años - Créditos: @Santiago Filipuzzi

Este martes por la tarde, la Asociación Argentina de Actores y Actrices dio a conocer la triste noticia del fallecimiento de Carmen Selva Giorno, más conocida en el ambiente artístico como Selva Alemán. A través de un comunicado, la asociación envió sus condolencias a los familiares de la actriz de teatro, cine y televisión, que tenía 80 años.

“Selva Alemán falleció de un infarto. Hablé con Arturo Puig”, indicó la comunicadora en su cuenta personal de X y en otro mensaje aclaró que el actor “está destruido”.

Más tarde, en su columna en Telefe Noticias, Smith contó: “Lo llamé a su marido que estaba llorando. Mucho no podía hablar. Me confirmó que fue un infarto en su casa de manera totalmente inesperada”. Además, en el noticiero confirmaron que la actriz no padecía ningún problema de salud en el último tiempo.

Selva y Arturo estuvieron juntos en la entrega de Premios Sur a lo mejor del cine nacional el lunes 26 de agosto pasado. Este año, también, la pareja celebró 50 años de amor desde que se conocieron en 1974 durante la primera lectura de guiones de la telenovela Fernanda, Martín y nadie más-

Selva Alemán una actriz integra:
Tenía el destino escrito y marcado desde la cuna. Contó una y mil veces que su madre, actriz como ella, hizo todo lo posible por evitar que siguiera sus pasos, pero no había fuerza material que cambiara algo que ya definido para siempre. Después de seis décadas y media de honrosa y brillante trayectoria, sobre todo en el teatro y la televisión, Selva Alemán dejó entre sus colegas y compañeros de trabajo, que tanto la admiraron, y el público, que tantas veces la aplaudió, el mejor recuerdo que un artista puede cosechar.

Ese sentimiento unánime explica el dolor que se extendió rápidamente por todo el vasto arco del espectáculo argentino, sin excepciones, apenas trascendió la noticia (inesperada, rápida, impactante) de su fallecimiento, víctima de un infarto en su domicilio en la tarde de este martes. Selva tenía 80 años, pero nadie imaginaba ese final porque seguía activa y dedicada en plenitud a su vocación. Con su compañero de vida y de escenarios, Arturo Puig, había participado el 25 de agosto pasado de la última ceremonia de entrega de los premios Sur al cine argentino. Allí se la vio una vez más sonriente y afectiva, con esa figura en apariencia menuda y frágil, capaz de engrandecerse cada vez que se abría el telón.


En Selva Alemán, el milagro del arte y de la comunión de algunas figuras elegidas con un público amplio y generoso en el gesto de admiración siempre se manifestó sin esfuerzo porque guardaba en su interior las mejores virtudes de las personas resueltas a seguir esa vocación. El cariño genuino que recibía de sus pares y del público era, antes que nada, una respuesta agradecida a las muestras de talento interpretativo superior que dejaba en escena. Pero no fue solo eso: también reconocimos siempre en Selva la fidelidad a una conducta admirable, siempre alejada de la estridencia, del ruido y de las vanidades mal entendidas.

Dejó un ejemplo de ese comportamiento en una de las muchas conversaciones que mantuvo con LA NACION, citando (como casi siempre hacía en estos casos) a su madre, Carmen Vallejo, otra actriz de alto vuelo: “Una de las cosas que me enseñó es que el teatro es sagrado, la puntualidad y el respeto son importantes y que uno tenía que estudiar mucho y ser buen compañero. Todas esas cosas me quedaron.

La historia familiar de Selva Alemán empezó y terminó en el teatro. Había nacido en la ciudad de Buenos Aires el 30 de abril de 1944. Casi no conoció a su padre biológico, Roberto Denegri, actor de radioteatro que llegó a ser galán de Eva Duarte. Pero tuvo a una gran figura paterna en Oscar Alemán, el extraordinario guitarrista que convivió muchos años con Vallejo. “Él fue mi verdadero papá. El que me enseñó a usar el tenedor y el cuchillo cuando tenía cuatro años. El que me llevaba a pasear al Botánico y al Zoológico. Adopté su apellido por amor y reconocimiento”, decía a quien quisiera escucharla.

Arturo Puig y Selva Alemán en 2006
Arturo Puig y Selva Alemán en 2006 - Créditos: @MARIANA ARAUJO
Creció rodeada de cariño, pero también envuelta en el aura de las relaciones inestables, las separaciones y los distanciamientos que son propios de muchos protagonistas del mundo del espectáculo. Por más esfuerzos que hizo su madre para sacarla de ese mundo, Selva terminó sumándose a él desde muy chica. “Hacía teatro todos los días y me llevaba con ella. Entre una función y otra se armaban largas mesas en el escenario con técnicos y utileros, y comían todos juntos. Tengo eso muy presente y también estar entre cajas mirando las funciones y aprendiéndolas de memoria. Mamá era muy joven cuando me tuvo, tendría unos 21 años, y me mimaba muchísimo”, recordó en una charla con LA NACION.

Selva siempre tuvo un rostro claro, diáfano y de espontánea belleza. Nunca necesitó la ayuda de ningún artificio para lucir seductora ante la cámara en el mejor sentido del término. La esperaba, tan natural como su imagen, un primer destino inevitable de heroína de telenovela. Tal vez no era lo que imaginó cuando decidió entrar al Conservatorio de Arte Escénico. Allí encontró a los 16 años su primer papel televisivo, a fines de la década del 50. También estudió a las órdenes de Agustín Alezzo junto a una camada de nombres ilustres que incluía a Norma Aleandro, Antonio Gasalla, Alicia Bruzzo y Carlos Perciavalle, entre otros. Gracias a una recomendación de Aleandro pisó por primera vez el escenario del Teatro San Martín para sumarse a una versión de Las Troyanas.

Su figura se fue haciendo cada vez más reconocida gracias a la televisión, y en ciclos de considerable popularidad. Llegó a ser por ejemplo una de las voces de Yo soy porteño, la más característica de las comedias costumbristas de la pantalla chica local en los años 60. Y esa misma década la vio triunfar en la comedia juvenil Señoritas alumnas, uno de los primeros grandes triunfos como autor de Abel Santa Cruz. Sus compañeras de escuela eran Marilina Ross, Teresa Blasco, Catalina Speroni y Evangelina Salazar.

Entre Jorge Marrale y Darío Grandinetti en uno de sus mejores papeles televisivos, la serie Fiscales
Entre Jorge Marrale y Darío Grandinetti en uno de sus mejores papeles televisivos, la serie Fiscales - Créditos: @RAFAEL YOHAI
Se consagró como figura de algunos de los teleteatros más vistos en la década siguiente. La cumbre fue Escalera al cielo, con Jorge Mayorano como galán, solo eclipsada como mayor éxito de 1978 por Un mundo de veinte asientos. La misma pareja probó suerte de nuevo en 1980 con Un ángel en la ciudad, pero no funcionó.

A partir de 1983, cuando se sumó al notable elenco rotativo de Situación límite, su rango actoral empezó a ampliarse y a explorar una veta dramática, siempre contenida y por esa razón mucho más convincente. La persuasión fue una de las grandes virtudes interpretativas de Selva, que encontró en Alejandro Doria y sobre todo en María Herminia Avellaneda (una de sus grandes amigas) la mejor compañía, orientación y respaldo detrás de las cámaras.

Fue en la casa de otra gran directora integral de la televisión argentina, Diana Alvarez, donde conoció en 1974 a Arturo Puig. Se encontraron para compartir la lectura de los guiones de la telenovela Fernanda, Martín y nadie más. Los dos estaban casados por entonces. Puig ya tenía dos hijos pequeños y Selva soñaba en ese primer matrimonio con una “familia más normal, dejar de trabajar y ocuparme de otras cosas, pero no me salió”, según le confesó a Pablo Mascareño en la última gran entrevista que mantuvo con LA NACION, en octubre de 2023.

El flechazo fue inmediato, pero los dos tardaron un buen tiempo en legitimar una relación que, como tantas otras cosas en la vida de Selva, pareció marcada y escrita por el destino. Permanecieron juntos hasta hoy, a punto de cumplir las bodas de oro como una de las parejas más queridas, apreciadas y valoradas del mundo artístico.

Una imagen hogareña de Arturo Puig y Selva Alemán en 2023
Una imagen hogareña de Arturo Puig y Selva Alemán en 2023 - Créditos: @Pilar Bustelo
Hubo varios secretos guardados detrás de esa imagen de auténtica felicidad que transmitían en cada foto y en cada encuentro con las cámaras y los micrófonos. Tuvieron al comienzo más de un proyecto compartido en televisión (Yo soy usted, Después del final), pero también enfrentaron unas cuantas crisis y distanciamientos de los que siempre salieron airosos.

“Nos hemos separado, recurrimos a la terapia de pareja y a la terapia individual. Hemos pasado de todo juntos como cualquier pareja de muchos años. Al principio nos peleábamos mucho por el poder en la pareja, por ver quién tenía la verdad. Por eso no trabajamos mucho tiempo juntos. Nos criticábamos, nos llevábamos pésimo. En determinado momento dijimos basta, porque iba a terminar afectando nuestra relación”, contaron más de una vez casi al unísono, porque las dos voces siempre se escucharon al fin y al cabo juntas. Alguno empezaba la frase y el otro la completaba.

A Selva le quedó siempre pendiente el deseo de la maternidad. “Con los hijos de Arturo formamos una familia ensamblada, aunque me hubiera gustado ser madre. Es uno de los dolores más grandes que he tenido en mi vida. No pude tener hijos porque me operaron dos veces, de muy joven. Hoy, con los métodos actuales, podría haber sido madre. Pero, en aquella época, no. Es algo que me ha pesado mucho”, dijo hace algún tiempo.

Llegaron a confesar que en los tiempos de la dictadura militar, frente a la posibilidad de adoptar, se encontraron con impedimentos legales. “No estábamos divorciados de nuestros matrimonios anteriores y para la ley no éramos aptos para poder adoptar y darles un hogar a los niños. Eran momentos terribles y la sensación de peligro era constante, se vivía con miedo, pero al mismo tiempo no había una conciencia real de lo que sucedía en el país. Decidimos no arriesgarnos. Y no nos arrepentimos para nada”, relató Selva.

Cartas de amor: Selva Alemán y Arturo Puig en uno de sus clásicos teatrales
Cartas de amor: Selva Alemán y Arturo Puig en uno de sus clásicos teatrales - Créditos: @Prensa Cartas de Amor
Cristales rotos, el gran clásico de Arthur Miller, fue la obra que reencontró definitivamente a la pareja compartiendo el escenario cuando ambos sintieron que podían sobrellevar las diferencias sin dañarse recíprocamente. Esa armonía se mantuvo hasta el final como una muestra de la madurez que Selva siempre tuvo arriba del escenario y también debajo de él, como una prolongación natural de su compromiso artístico siempre genuino, siempre íntegro, que continuó con otro clásico de Miller, El precio.

La tele conoció en tiempos más recientes un par de notables personificaciones en distintas etapas a través de ficciones como Fiscales y Malparida, pero la madurez artística la llevó a volcarse de lleno al teatro, dejando atrás (por propia voluntad) otros estímulos. “Dejé de lado el estrellato, la popularidad y la posibilidad de ganar más dinero, pero elegí siempre lo que entendí que mejor le iba a llegar al espectador y que lo haría pensar. No estoy arriba de un escenario solo por placer y necesidad personal, sino porque necesito entregar algo que haga sentir”, confesó una vez.

En 2008, cuando se preparaba para estrenar la obra teatral Una cierta piedad, Selva habló con LA NACION sobre el paso del tiempo. “Mi cara sigue teniendo los rasgos de toda la vida. El tiempo pasa y hay que aceptarlo bien. Además, he vivido muy bien mi vida, por lo que no me provoca grandes angustias”, dijo en esa ocasión.

La vitalidad actoral y personal de Selva quedó a la vista en su última gran aparición teatral, de nuevo junto a Puig, su eterno compañero. Fue Largo viaje de un día hacia la noche, de Eugene O’Neill. Nadie puede creer hoy que esa fue su despedida de los escenarios, aunque queda en el corazón y en la memoria de quienes la vieron allí que dejó desde su aparente fragilidad una imagen tan grande y tan digna como en el resto de su notable carrera.

 

Según pudo reconstruir LA NACION, la actriz se encontraba en buen estado de salud, pero por la mañana comenzó a sentirse mal y decidió solicitar un médico a domicilio. En su casa le realizaron un control, y por la tarde, en compañía de su marido, fue trasladada a la Clínica Zabala, donde llegó en buenas condiciones y colaboró durante la revisión médica. Sin embargo, tras unos minutos, sufrió un “infarto masivo” del cual no pudo recuperarse, pese a los esfuerzos de los médicos, y finalmente falleció. Según pudo averiguar este medio, Alemán no tenía antecedentes cardíacos que pudieran haber previsto el desenlace fatal.

Nacida el 30 de abril de 1944, destacó tanto en el teatro como en el cine y televisión argentina. Estuvo en pareja durante 50 años con el actor y director Arturo Puig, a quien conoció trabajando en 1974 y contrajo matrimonio en 2001. En televisión, participó en recordadas ficciones como Nuestra galleguitaMujercitas, Situación límiteAtreverse, Alta Comedia, Son amores y Malparida, entre muchas otrasEn teatro, su versatilidad le permitió destacarse en obras de diversos géneros, desde clásicos hasta comedias contemporáneas: Madres e hijos, Una cierta piedad, ¿Quién le teme a Virginia Woolf?, Cartas de amor, Las troyanas y muchas más. Recibió galardones como el Martín Fierro y el Konex de Platino.

Desde la Asociación Argentina de Actores y Actrices despidieron a Selva a través de un comunicado: “Con profundo pesar informamos el fallecimiento de la querida actriz Selva Alemán. Extendemos nuestras más sinceras condolencias a su compañero de vida, Arturo Puig, y a todos sus seres queridos en este difícil momento, recordándola con el respeto que supo ganarse a lo largo de su extensa trayectoria artística en teatro, cine y TV ”.

“Su nombre real era Carmen Selva Giorno, hija de la actriz Carmen Vallejo. Se afilió a la Asociación Argentina de Actores en 1961. En 2003, el sindicato le entregó el Premio Podestá a la Trayectoria Honorable junto con el Senado de la Nación. Inició su carrera en el teatro a una edad temprana y rápidamente se convirtió en una de las figuras destacadas de la escena artística, llevando adelante una trayectoria de más de seis décadas”, destacaron.

El oficio al que supo volver

“Alguna vez dudé”, respondió cuando, entrevistada por LA NACIÓN, se le preguntó si había pensado alguna vez en que su camino no estaba sobre los escenarios. “Fue durante mi primer matrimonio, viajaba mucho y eso hizo que me fuera retirando un poco”, sumó. “Recuerdo siempre a la gran directora María Herminia Avellaneda, de la que fui muy amiga; siempre me llamaba y me decía “Selvita, ¿cuándo hacemos algo? ¿Cuándo volvés?”. Finalmente, acepté regresar a la actividad dirigida por ella, en Doña Disparate y Bambuco, de María Elena Walsh, quien, además, cantaba en vivo, y donde también estaban Perla Santalla, Walter Vidarte y Hugo Caprera”.

El amor que marcó su vida

Con Arturo Puig se conocieron en 1974, en la casa de Diana Álvarez, durante la primera lectura de los guiones de Fernanda, Martín y nadie más, telenovela que protagonizaron y que no fue un gran éxito pero, para ellos, selló su vida entera. “El flechazo fue mutuo”, se sinceraron ambos tiempo después.

Puig y Alemán, un amor que nació en TV y se convirtió en dupla artística en varias ocasiones  

Puig y Alemán, un amor que nació en TV y se convirtió en dupla artística en varias ocasiones - Créditos: @MARIANA ARAUJO

No solamente ellos se dieron cuenta del impacto de ese encuentro, también la directora de la novela y dueña de casa y algunos de los compañeros de elenco fueron testigos de esa incipiente relación. En ese momento, los dos estaban en pareja y el flechazo de Cupido se postergó. Sin embargo, el amor crecía al cobijo de los besos de ficción. Posiblemente, a veces, Fernanda y Martín se confundían con Selva y Arturo. “ Pasamos meses disimulando hasta que un día fuimos a tomar un café a un barcito de Olleros y Libertador. Hablamos, pero era todo un tema. Yo tenía dos hijos chiquitos ”, detalló Puig, que por entonces ya era padre de Ximena y Juan.

“De a poco fuimos arreglando las cosas. Después de esa novela no trabajamos juntos durante muchos años”. Y Alemán dice: “Los dos tuvimos un matrimonio anterior, y cuando empezamos a salir y luego a convivir, no había divorcio”. “Por eso nos casamos el día del cumpleaños de Selva, un 30 de abril. Y no nos acordamos ni de qué año. Tuvimos nuestras idas y vueltas pero siempre hubo amor y humor. Nos divertimos mucho juntos”, sumaba Puig.

La actriz admitió en más de una ocasión que le hubiese gustado ser madre biológica, pero que nunca pudo hacer ese sueño realidad. “No pude. Tuve varias operaciones, de esas ‘femeninas’, pero no se dio, nunca quedé embarazada. Hemos pensado en la adopción, pero, cuando podríamos haberlo hecho, no estábamos legalmente casados y, además, era la época de la dictadura, donde se podía hacer todo por izquierda y no quisimos. Lo bien que hicimos, porque, sin saber todo lo que ocurría, había algo de peligro que intuíamos, fue algo muy curioso”, aseguraba.

Su despedida de los escenarios

El 8, 9 y 10 de agosto, Puig y Alemán desplegaron en el escenario del teatro Tronador de Mar del Plata su puesta de Largo viaje de un día hacia la noche, de Eugene O’Neill. Fueron tres funciones en las que, en coproducción con el Teatro San Martín y el Teatro Colón de Buenos Aires, dieron muestra de su solidez como pareja protagónica. La puesta, dirigida por Luciano Suardi, había sido parte de la programación del complejo teatral porteño durante la temporada 2023.

  Arturo Puig y Selva Alemán en Mar del Plata; en julio brindaron tres funciones de la puesta de Largo viaje de un día hacia la noche  

Arturo Puig y Selva Alemán en Mar del Plata; en julio brindaron tres funciones de la puesta de Largo viaje de un día hacia la noche

Allí recibieron una distinción por parte del director de Cultura del Municipio de General Pueyrredón Francisco Taverna, además de disfrutar de una ciudad llena de recuerdos para ellos luego de tantos veranos allí instalados para hacer eso que tanto amaban hacer: teatro. “Selva se encontró con amigas, disfrutó de caminar cerca del mar y con Arturo comieron en los restaurantes del Puerto”, aseguran.por la nación y redacción 

 


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DE @PASUCCIHUGO 



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