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VARIEDAD

25 de julio de 2022

Sobrino de Pablo Escobar pide que su padre sea investigado por el atentado al avión de Avianca en 1989

Nicolás Escobar, hijo de Roberto Escobar Gaviria, pide que su padre sea investigado por Estados Unidos y Colombia como responsable de la operación que culminó con la explosión del avión en pleno vuelo. Un total de 107 pasajeros murieron. La causa sigue abierta en Colombia.

En la mañana del 27 de noviembre de 1989, la azafata del HK-1803 de Avianca, estacionado en la rampa del Puente Aéreo de Bogotá, interrumpió a la tripulación de cabina que revisaba la lista de chequeo previa al despegue.

“Capitán, espere, perdón, estamos esperando a un pasajero más que se atendió, pero no abordó, supuestamente el equipaje es una caja’’, advirtió Rita Galvis.

“Pero no los veo bajando maletas’’, respondió el capitán José Ignacio Ossa Aristizábal quien continuó con el procedimiento junto con el copiloto y el ingeniero de vuelo.

 

“Ese proceso se hace con todo, como si usted se fuera montar dentro del avión real como ellos se van a sentar, a dónde se van a sentar, dónde van a meter la grabadora’’, explicó Nicolás.

Para darle credibilidad al entrenamiento los participantes escuchaban la grabación en presencia del aprendiz. 'El Suizo', explicó Nicolás “pensaba que solamente iba a meter la grabadora debajo del asiento y espichar [oprimir] el botón para empezar a grabar lo que esas personas están hablando en la parte de adelante, sin saber que lo que llevaba en el interior de ese maletín era una bomba que iba a destruir todo ese avión’’.

'El Suizo' y Uzma compraron en efectivo los pasajes en el Puente Aéreo el día anterior del vuelo que tomaría el candidato Gaviria. Uzma se registró como Julio Santo Domingo, nombre de un magnate colombiano dueño de Avianca en esos años. 'El Suizo' se presentó con la identidad también falsa de Alberto Prieto.

Al día siguiente abordaron el avión. Como parte del ardid, una vez Uzma llegó a la fila 15 y acomodó a 'El Suizo', recibió un mensaje en su beeper. Era un pretexto para abandonar el avión.

“Que cuando ya estuviera todo listo agarrara y le dijera que acababa de llegar un mensaje a su beeper y que le habían dado la orden de que se bajara, que había otra vuelta por hacer, que continuara tranquilo e hiciera la grabación’’, relató Nicolás.

Los ensayos se tradujeron en un éxito brutal en la realidad. Todo salió como estaba previsto.

“Hay una noticia de última hora’’, anunció agitado por la radio el reconocido periodista Yamid Amat en el noticiero más escuchado de Colombia. “¿Qué pasa? dígame’’, le preguntó el locutor a una oyente.

“Yamid, yo estaba jugando basquetbol cuando vi una estela de humo y luego vi que el avión se incendió. Cayó hacia la altura de Casucá’’.

Según otros testigos, el avión quedó envuelto en una bola de fuego antes de desintegrarse y caer en pedazos en una zona escarpada del municipio de Soacha al sur de la capital. Los 107 pasajeros del HK-1803 murieron.

A las pocas horas, los medios empezaron a deslizar sutilmente la hipótesis de un atentado. Un hombre que se identificó como miembro de Los Extraditables le atribuyó la acción a esa organización en una llamada a una emisora.

Uzma regresó a Medellín. Estaba contento. Santana, el portero, recuerda que cuando se confirmó la explosión del avión, se formó un corrillo de sicarios en la casa de los Escobar en el que estaba Uzma.

“Todos celebraban, ellos allí y ellos allá, en su reunión, celebrando’’, recordó Santana.

"¿Y cómo una persona que usted describe como educada, sensata, se puede prestar para una cosa tan terrible como esta?", le pregunté a Nicolás.

“En esta época de la vida [hoy] se da uno cuenta de lo terrible que era. Pero en ese momento tenía más capacidad de dañar la mente el dinero que se ofrecía para que la gente hiciera las cosas. Y el dinero iba por encima de cualquier cosa’’.

La discoteca

La felicidad se fue apagando en el rostro de Uzma con el paso de los días, recuerda Nicolás. Le habían dado un adelanto de lo prometido, pero el grueso de la deuda seguía pendiente. Estaba desesperado. Nicolás explicó que de los dos millones de dólares que le prometieron solo le habían entregado 100,000.

Un día fue citado a la discoteca Xochimilco de Medellín con la promesa de que recibiría el saldo. Al llegar fue recibido con una ráfaga de disparos de varios flancos.

Llegó moribundo a la clínica Soma en el centro de la ciudad, donde un sicario de nombre Víctor, 'El Médico', se presentó vestido de su alias con la excusa de que iba a visitarlo.

- "Era con la intención de aplicarle una inyección", dijo Santana.

- "¿Para matarlo?", le pregunté

- “Sí, señor, por supuesto’’, respondió

Durante la entrevista, Nicolás recordó repentinamente que su madre fue a visitar a Uzma a la clínica y se encontró con 'El Médico'. Lo conocía. Era parte del círculo de amigos del escolta herido.

“¿Usted qué viene a hacer acá vestido de médico?’’, le preguntó Ligia al sicario, según Nicolás. Su madre se enteró después de que 'El Médico' tenía la orden de ponerle una inyección de potasio para matarlo.

El plan fracasó. El escolta quedó parapléjico. Una foto del álbum de Nicolás fechada el nueve de abril de 1990, unos cuatro meses despues de la tragedia del avión, lo muestra en silla de ruedas, sin camisa, con una cicatriz en el estómago y una mirada de profunda amargura.

Nicolás sospecha que su padre temía que Uzma, decepcionado por el incumplimiento en el pago, decidiera contar la verdad sobre el atentado al avión de Avianca.

“Darío Uzma le manda una carta a Pablo diciéndole que él había hecho una vuelta para la organización y que en vez de pagarle le habían mandado a dar bala, que lo único que quería era que le entregaran la plata que a él le correspondía, que no iba a ir a contar absolutamente nada’’, dijo Nicolás.

Como respuesta recibió otro ataque del que no se salvó.

“A Darío, estando parapléjico delante de su pequeña hija y su esposa lo asesinan en un segundo piso porque uno de sus amigos ingresa al sitio donde Darío vivía, supuestamente a saludarlo y cuando sale deja la puerta abierta para que los sicarios entren y lo acaban de acribillar’’.

El amigo que dejó abierta la puerta, agregó, era alias 'El Panadero', más conocido como Darío 'El Pana', otro asiduo visitante de la casa de los Escobar captado por la cámara de Nicolás que era un gomoso de la fotografía desde joven. El 'Panadero' fue asesinado años después.

Ruptura

Durante años la relación de Roberto Escobar y Nicolás fue buena. “Mi hermoso hijo'', le dice Roberto a Nicolás en su libro al recordar el secuestro de su primogénito en manos de 'Los Pepes' en marzo de 1993.

'Los Pepes' era una organización armada que combatía a Pablo Escobar y sus colaboradores. Nicolás estuvo secuestrado siete horas durante las cuales fue torturado. Roberto celebra en su libro la ingeniosidad de su hijo 'Nico’ para convertir la cárcel de La Catedral en lo que las crónicas de la época describieron como un hotel de cinco estrellas para narcos.

Pablo Escobar escogió esa cárcel como condición para entregarse a la justicia colombiana junto con Roberto y el círculo de matones del Cartel de Medellín. La prisión fue poco a poco haciéndose más llevadera, recuerda Roberto, gracias a que Nicolás logró pasar de contrabando los encargos aparatosos de los presos que camuflaba en el interior de camiones repartidores de gaseosas.

“Llevó jacuzzis, televisores y la primera de muchas mujeres que se quedaban allí’’, dice.

La relación del padre y el hijo cayó en un abismo emocional el día de 2018 que Roberto le dijo "puta" a su esposa Ligia, madre de Nicolás. Luego lo repitió.

“En la primera le dije que yo soportaba lo que fuera menos que a mi madre la maltratara y ya cuando lo dijo en la segunda oportunidad le pegué un empujón. Le dije: 'Hasta hoy sos mi padre'. Y a partir de ese momento ya dejó de ser mi padre. Yo soy una persona de una sola línea’’.

 

Después vinieron disputas legales que Nicolás descarta como motivo de la decisión de denunciar a su papá. La competencia entre su museo y el de su padre tampoco influye, dijo.

En los últimos tres años, Nicolás ha coleccionado toda clase de pertenencias que le atribuyen a su tío Pablo.

Visitantes locales y extranjeros pagan unos 10 dólares para hacer el tour de un amplio terreno en un barrio residencial de las colinas de Medellín y posar frente a una avioneta, un Mercedes Benz baleado o una motocicleta vespa pintada en rojo y negro que, según la leyenda, utilizaban Pablo y su primo Gustavo Gaviria para asaltar bancos.

Con entonación de guía, Nicolás explicó la historia de la moto.

“Era pintada de dos colores con un único fin, que cuando se escaparan pues de un lado la vieran de un color y el otro del otro. Cuando llegara la policía y preguntaran que en qué se habían ido dijeran unos que era roja, los otros que era negra’’.

Le pregunté a Nicolás que, si bien parecía indignado con la tragedia del avión de Avianca, al mismo tiempo su museo enaltece la vida del hombre que ordenó el atentado, Pablo Escobar.

“Es que yo acá no, en ninguna parte encontrará usted aquí solamente una sola foto o dos fotos de Roberto Escobar Gaviria, que fue quien ordenó el atentado’’, respondió.

El silencio de Roberto

A sus 75 años, Roberto Escobar lleva una vida de bajo perfil en Medellín. Cumplió en Colombia una condena por narcotráfico, lavado de activos y enriquecimiento ilícito resultado de su complicidad con Pablo Escobar. En sus memorias Roberto describe a su hermano como “un gran ser humano que ha dado Colombia […] un genio [...] narcotraficante que a base de astucia y malicia paisa puso en jaque a las potencias mundiales’’.

De esos años de narcotráfico y terrorismo a Roberto le quedaron secuelas indelebles: perdió la vista y parcialmente el oído luego de abrir una carta-bomba en una prisión cercana a Medellín en diciembre de 1993 dos semanas despues de la muerte de Pablo Escobar.
Ahora lleva una vida de narco retirado a quien pocos lo recuerdan, dedicado como su hijo a explotar la memoria de Pablo Escobar en otro museo del capo.

Roberto describe en sus memorias el atentando del avión basándose en reportes de la época. No ofrece detalles desconocidos y se muestra “un poco sorprendido’’ de que hubieran acusado del hecho a su hermano, aunque no explica por qué.

“Yo diré esto: si yo hubiera sabido de este plan antes de que se realizara, hubiera hecho cualquier cosa en mi poder para pararlo’’, escribió.

La intención de denunciar a su padre, explicó Nicolás, es que la justicia de Estados Unidos y la de Colombia abran una investigación en su contra.

“Autoridades directas de Estados Unidos que espero le hagan caso a eso que yo estoy contando, que espero que no dejen impune la muerte de dos seres norteamericanos que también estaban metidos dentro de ese mismo avión’’, señaló Nicolás.

Las víctimas con pasaporte estadounidenses eran el piloto Ossa Aristizábal y Andrés Escabí, yerno de Hernando Santos, entonces director de El Tiempo, el diario más influyente de Colombia en esos años.

Hay solo dos personas condenadas por la voladura del avión. En Estados Unidos fue sentenciado a varias cadenas perpetuas Dandenis Muñoz Mosquera, alias 'La Quica' luego de que su primer juicio fue anulado por falta de acuerdo en el veredicto del jurado de un corte de Nueva York.

El segundo juicio dejó una estela de dudas. La credibilidad de los testigos clave y varias pruebas clave fueron cuestionadas por expertos.

En Colombia se declaró culpable Carlos Mario Alzate Urquijo, alias 'El Arete', uno de los sicarios más cercanos a Pablo Escobar. Irónicamente Mosquera no está acusado en Colombia y Alzate no tiene cargos en Estados Unidos.

Alzate, quien vive en España después de cumplir una condena reducida por su cooperación, era compañero de infancia de Uzma. En su declaración a la fiscalía colombiana dijo que Uzma participó en el atentado.

Alzate es primo de Nicolás. Cuando Nicolás vivía en Manizales, pasaba vacaciones en Medellín en una casa de los abuelos maternos del barrio Aranjuez donde vivía Alzate. Una de las fotos del álbum familiar muestra a 'El Arete' recostado en una escalera al lado de su tía Ligia, la madre de Nicolás.

“El arete y Uzma dentro del cartel tenían un mismo combo’’, explicó Rojas, director de la Fundación Colombia. Basándose en entrevistas con testigo familiarizados con las operaciones de los carteles de la droga, Rojas dijo que no descarta que la orden del atentando la hubiera recibido El Arete directamente de Pablo Escobar o de Carlos Castaño, un temido mercenario paramilitar que mantuvo una relación cercana con el Cartel de Medellín antes de convertirse en su peor enemigo.

El expediente de investigación de la fiscalía en Colombia está bajo reserva. Rojas dijo que avanza muy lentamente.

El Boeing 727 despegó con destino a Cali, al occidente de Colombia, un viaje que tomaría menos de una hora.

A las 7:16 am, cuando el avión llevaba unos 10 minutos de vuelo, se escucha a la azafata dirigirse a la tripulación en la cabina de mando:

“¿Desean sanduchitos o café? Está bueno este pavo, claro que no les voy a dar hoy’’.

Galvis celebró su broma con una risa y alguien preguntó “¿qué?’’. Ese interrogante es el último registro de la caja negra. El avión explotó en el aire causando la muerte a 107 personas.

El misterioso pasajero que se suponía que no había abordado, sí lo había hecho, pero a último momento abandonó el avión como parte de un plan varias veces ensayado. Tenía asignado un puesto bajo un nombre falso y había acompañado hasta la silla 15F al joven que activó una bomba en pleno vuelo.

El verdadero nombre del pasajero era Darío Uzma Cano, un joven sicario de pocas palabras y con fama de engreído que trabajaba como administrador, chofer, escolta y todero fiel de la exesposa de Roberto Escobar Gaviria y sus hijos.

Roberto, de 78 años, es el hermano del capo del cartel de Medellín, Pablo Escobar. Vive tranquilamente en esa ciudad.

Hasta ahora Uzma había sido descrito en documentos judiciales y testimonios de sicarios del cartel como un eficiente y discreto operador de la organización sin cuya participación no hubiera sido posible el atentado.

Poco se sabía sin embargo de quién le impartía las órdenes.

Treinta y dos años después, Nicolás Escobar Urquijo, el hijo de Roberto Escobar, asegura que su padre contrató a Uzma para ejecutar el atentado de principio a fin, desde los simulacros del abordaje al avión hasta el aleccionamiento del joven que oprimió el detonador de la bomba pensando que era una grabadora.

Según Nicolás, Uzma le contó la historia como quien le confiesa un secreto a un hermano.

“El responsable directo del atentado contra el avión de Avianca fue Roberto de Jesús Escobar Gaviria, con cédula […] vive en Medellín, jefe del cartel de Medellín, vinculado a muchas cosas, pero nunca a la que verdaderamente y que más fuerte cometió, que fue el atentado del avión de Avianca’’, explicó Nicolás a Univision Investiga en una extensa entrevista en el Museo de Pablo Escobar de Medellín del que es propietario y guía.

Nicolás sostuvo que durante varias conversaciones el joven le confió detalles del atentado y lo escuchó quejarse de que no le habían pagado lo prometido.

Gonzalo Rojas Peña, director de la Fundación Colombia que representa a los familiares de las víctimas del atentado, dijo a Univision Investiga que Roberto es una pieza clave para el proceso que se adelanta en la fiscalía.

“Coincido con Nicolás en el sentido que se debe abrir una investigación. Creo que Roberto Escobar es una persona que puede tener más información y más claridad sobre los hechos que estuvieron alrededor del atentado’’, dijo Rojas quizás la persona que más sabe del atentado a fuerza de mantener viva su memoria para que no quede en la impunidad. Él perdió a su padre en la tragedia

De acuerdo con Rojas, Roberto fue llamado a declarar en el proceso.

“Roberto Escobar ha sido citado en la Fiscalía para que pueda dar algún testimonio sobre esto. Pero también entiendo que no ha dado ninguna información al respecto’’, dijo Rojas.

En 2009 el caso fue declarado de lesa humanidad lo que significa que la acción penal no prescribe. La fiscalía colombiana respondió a Univision que Roberto Escobar no ha sido vinculado al proceso y que no cuenta con elementos materiales probatorios que lo relacionen con el hecho. Nicolás dijo que está dispuesto a declarar ante cualquier autoridad la versión que le dio a Univision.

En Medellín, Univision contactó telefónicamente a Roberto Escobar. Después de explicarle que el motivo de la llamada era conocer su opinión sobre la versión de su hijo, colgó. No respondió nuevas llamadas ni un cuestionario enviado a su WhatsApp.

El registro del audio de la cabina del avión de Avianca no captó cómo se resolvió el inconveniente del pasajero ausente . Quizás no causó mayor preocupación, aunque los tiempos no estaban para fiarse. En enero de ese año, el peor en la historia del narcoterrorismo en Colombia, Pablo Escobar y sus socios del Cartel de Medellín, bajo el nombre de guerra de 'Los Extraditables’', habían asesinado al candidato presidencial Luis Carlos Galán, enemigo declarado del narcotráfico.

Ahora estaban empeñados en matar al exministro César Gaviria, quien había asumido la candidatura del carismático líder acribillado en una tarima de su campaña política en el mismo municipio donde cayeron los restos del avión. Los narcotraficantes pensaban que Gaviria abordaría el vuelo de Avianca, pero el político había tomado un avión privado.

“Como hermanos’’

Uzma trabajó desde joven para los Escobar. En los ochenta Roberto era dueño de la fábrica de bicicletas El Osito, apodo que le pusieron los periodistas en tiempos en los que corría en competencias de ciclismo profesional.

A medida que los riesgos de Roberto se multiplicaron por cuenta de las guerras del cartel y los millones en efectivo que le ayudaba a guardar a su hermano Pablo, Dario Uzma se convirtió en un miembro indispensable de la familia. Debía responder por la seguridad de la exesposa de Roberto, Ligia, y de sus dos hijos, Nicolás y Laura. La pareja se había separado en 1978, pero Roberto continuó sosteniéndola económicamente a ella y a los niños.

El Osito pasó de manejar los modestos ingresos de su fábrica de bicicletas a administrar la fortuna de Pablo Escobar, según lo relata en el libro autobiográfico El Contador, publicado en inglés por el periodista David Fish.

“Solo Pablo y yo sabíamos dónde estaban las caletas [lugares donde se escondía el dinero]. Esto nunca se ponía por escrito, todo estaba en la memoria. Aunque algunas de las transacciones se hacían con bancos, cuando el efectivo llegaba yo decidía a dónde se enviaba, si al banco o a la caleta’’.

Cuando la familia de Roberto quería pasar unos días en Cartagena, el balneario costero del país, Uzma pagaba los hoteles, los pasajes y la gasolina. Si salían de compras, Memín, como le decían, cubría la cuenta. Si Nicolás necesitaba traer desde Bogotá unos perros San Bernardo importados de Suiza, donde pasó varios años, Memín manejaba el carro de la familia.

“Era una persona de alta confianza. No se vestía como los bandidos de esa época, que siempre andaban mostrando un montón de cadenas, sino que era una persona estructurada, una persona que le gustaba leer, una persona con la cual usted se podía sentar a hablar de un tema y poder dialogar con él durante horas’’, recordó Nicolás.

Por esa época, Lisardo Santana trabajaba como jardinero y portero de la casa de la familia de Roberto Escobar. Había sido contratado por Memín. Él fue testigo de la relación con Nicolás.

“Andaban por todas partes juntos y él, [Uzma] estaba en la casa. Era como si fuera la casa de él’’, explicó Santana. “Era una persona muy seria que casi no conversaba con ninguno. Inclusive los mismos compañeros le tenían como algo de bronquita que porque era vanidoso, decían ellos’’.

Poco a poco Uzma se fue colando en el álbum familiar: en una foto se le ve con los Escobar Urquijo durante la iluminación decembrina de Medellín; en otra tomando aguardiente, otra más recostado en la cama de un hotel durante una vacaciones familiares; en el sofá de la sala junto a Ligia y en el Castillo de San Felipe en Cartagena.

“Mi mamá era como la mamá de Darío y Darío para mí era como mi hermano’’, recordó Nicolás. "No le gustaban las peleas ni las discotecas. 'No hay sino ruido, no puedes ni siquiera hablar', me decía’’.

Simulacro

Nicolás, de 53 años, asegura que Uzma le relató la operación del atentado paso a paso. Dijo que se hicieron simulacros en los que un joven reclutado en un barrio marginal de Medellín debía sentarse con Uzma en asientos improvisados como si fueran de avión frente a una fila de sillas en las que otros voluntarios hacían de pasajeros.

El joven reclutado para la operación a cambio de la promesa de un pago extraordinario para sus estándares de vida era conocido como 'El Suizo', una alteración siniestra de la palabra “suicida’’.

A 'El Suizo' se le indicó que su misión consistía simplemente en grabar a los pasajeros de la fila del frente poniendo a funcionar una grabadora que supuestamente iba en el interior de un maletín. Los pasajeros, según el montaje, eran enemigos del cartel.

Colaboraron con este informe Margarita Rabin, Mónica Romero y Fernanda Valdivia.FUENTE  UNIVISION

 

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