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05/09/2024

Fui, vi y escribí: Pensar en Israel en voz alta quema

Fuente: telam

Un gran documental recupera la memoria del Holocausto. Cuestionar a Netanyahu y seguir denunciando el antisemitismo no encierra contradicción alguna. Este artículo reproduce el newsletter de Cultura: lecturas, cine, teatro, arte, música e historias que despiertan entusiasmo y, por qué no, fascinación o perplejidad

>Hola, ahí.

Hablo en pasado porque aquello que me estimulaba ya no existe: ya no hay debate sino pura provocación. Por empezar, la discusión ganaba en peso cuando conocíamos a los protagonistas, cuando lo que se buscaba era enriquecer una polémica y se requería valor para decirle al otro determinadas cosas con nombre y apellido y no con un nickname producto del ingenio de una noche de verano.

Pensar en voz alta quema.

Una sombra sangrienta

El comandante al que hace alusión el título de la película es Rudolf Höss, el jerarca nazi que diseñó el plan de exterminio de Auschwitz y que estuvo a cargo de las operaciones que terminaron con la vida de 1.100.000 personas en ese campo de concentración. De esa cifra, un millón eran judíos. Fue también el que resolvió que para cumplir con la orden de Hitler lo más rápido posible el procedimiento ideal era gasear a los prisioneros con el Zyklon B, un pesticida a base de cianuro.

“Al año y medio de empezar con mi documental me enteré de que estaban filmando una adaptación de la novela de Martin Amis. Obviamente, la película de Glazer es ficción y el mío es un documental (en el cual aparecen dos personajes reales de la pelicula de ficción). Es bueno que el tema se siga discutiendo y divulgando: es muy importante no olvidar y tener presente lo que pasó”, me escribe Daniela Volker, a quien contacté a través de internet.

El documental de Volker, que tiene momentos muy conmovedores y que ofrece múltiples temas para la reflexión y el debate, narra en paralelo dos historias familiares, la de Hans-Jürgen y Kai Höss, hijo y nieto del comandante nazi y la de Anita Lasker-Wallsfich (violonchelista, sobreviviente de Auschwitz y de Bergen-Belsen) y su hija Maya, psicoterapeuta especialista en trauma y en cómo el trauma se transmite de generación en generación.

Cuando era adolescente, Durante toda su vida, Hans-Jürgen logró mirar para otro lado para evitar que la dicha de su infancia se viera salpicada por el horror. Asegurará también que ignoraba que su padre hubiera escrito un libro de memorias. “Tuve una infancia idílica y adorable en Auschwitz”, se le escucha decir al anciano en recuerdo de sus primeros años, cuando la familia entera vivía a metros de los gritos desesperados, los trabajos forzados y el humo de carne humana que producían los hornos crematorios.

Anita, la voz de la memoria

Los primeros en ser deportados fueron sus padres, en abril de 1942. Su hermana Marianne había conseguido huir a Londres poco antes de la invasión alemana a Polonia, en el 39. Anita y Renate fueron obligadas a trabajar en una fábrica de papel en donde también había prisioneros de guerra franceses y algunos buscaban escapar. Las chicas comenzaron a falsificar documentos para ellos y fueron atrapadas por la Gestapo cuando intentaron huir ellas mismas. Primero fueron detenidas y se les inició una causa, luego las enviaron a Auschwitz.

En 1944 las hermanas Lasker fueron trasladadas a Bergen-Belsen, y aunque no era un campo de exterminio modelo industrial como Auschwitz, las condiciones estaban dadas para que decenas de miles de prisioneros fueran cayendo día a día muertos por hambre, por enfermedades, por tristeza.

En abril de 1945, un día después de la liberación del campo por parte de los británicos, Anita fue grabada por la la radio de la BBC. Tenía 19 años: “Soy Anita Lasker, una judía alemana. Me gustaría decir algunas palabras sobre Auschwitz. Los prisioneros de Auschwitz, los pocos que sobrevivieron, temen que el mundo no crea lo que sucedió ahí”. Entonces comenzó a narrar algunos de esos procedimientos deleznables que todavía nos cuesta creer, como el de cuando médicos y comandantes nazis recibían a los deportados en el andén y los clasificaban. “Derecha, izquierda, derecha, izquierda. La derecha es hacia la vida; la izquierda, hacia la chimenea”, contó a la BBC.

En La sombra del comandante, la anciana se niega a ir a recorrer Auschwitz con su hija Maya y con los Höss. “Tu Auschwitz no es mi Auschwitz” le dice a su hija, quien desde siempre le reclama por la levedad de su ausencia y por algo muy parecido a la falta de sentido maternal. En otro momento, con una frialdad que permite pensar que fue esa distancia para ver el mundo lo que la ayudó en las peores situaciones, le dirá también que le cuesta encontrar parecidos entre ambas, algo que su hija parece buscar con desesperación.

Destinos paralelos y cruzados

“Una amiga me conectó con Maya, la hija de Anita, en el año 2020. Ella queria compartir sus experiencias como hija de una sobreviviente y hablar del trauma de la segunda generación. Yo empece a buscar cómo ampliar el tema (lo suyo era muy interesante pero, a mi parecer, no era suficiente para un documental largo) y entonces me encontré con la autobiografía de Rudolph Höss, escrita en prisión, mientras esperaba la condena. Cuando vi que nadie había hecho ningún documental sobre este documento extraordinario -no olvidemos que Höss fue testigo y responsable del crimen al mismo tiempo- comencé a buscar sus descendientes. Cuando encontramos a Kai, me contó una historia un poco parecida a la de Maya, la del silencio a través de las generaciones. Después de casi un año, por fin me llevó a conocer a su padre, con quien él no tenía una relación muy estrecha, y así surgió la estructura”.

Le consulto a Volker, que es quien tiene la respuesta:

También fue duro de a ratos estar trabajando con gente muy traumatizada, teniendo en cuenta que fue un proyecto muy a largo plazo. El lugar más impactante fue la cámara de gas de Auschwitz 1, a unos 200 metros de la casa de los Höss. Estar ahí adentro con el padre e hijo de Höss y con Maya fue muy conmovedor. Otro momento que nos impactó a todos fue el encuentro entre Anita Lasker-Wallfisch y Hans-Jürgen. Ambos eran conscientes del significado de reunirse en la casa de ella, rodeados por las fotos de su familia, que fueron víctimas de los nazis. Anita fue tan generosa y digna con Hans-Jürgen. Tanto él como su hijo quedaron muy impactados”.

Las escenas de Maya Lasker y de Hans-Jürgen y Kai Höss recorriendo el campo -incluida la charla al pie de la horca donde terminó la vida del jerarca nazi- son demoledoras. Sin embargo, lo más poderoso del documental es sin dudas el encuentro de los descendientes del mayor asesino de masas de la historia (así se describió el propio Höss en su autobiografía) con Anita Lasker, sobreviviente y memoria viva de su bestialidad.

Sigo mandándole mensajes y preguntas a la directora de La sombra del comandante. Daniela es hija de madre argentina y padre alemán, ambos católicos. Vivió muchos años en Sudamérica y en su casa se hablaba castellano. Siempre le interesó el tema del Holocausto y su encuentro con las memorias de Höss, en las que el hombre da cuenta de su ambición y de su obediencia inmoral, fue decisivo para la realización del documental.

— No lo sé... Pero sí creo que es importante estudiar el pasado, también porque las consecuencias siguen afectando a mucha gente, no sólo a las personas que yo filmé sino también a muchos otros.

El final de un consenso

El paso del tiempo y la desaparición física de los sobrevivientes de los campos seguramente influyen en esta pérdida de memoria colectiva, como influye también la situación en Medio Oriente, el eterno conflicto entre judíos y palestinos y la evolución del pensamiento político de Israel, que pasó de ser el David valiente y hostigado a lo largo de los siglos, el Estado cuya existencia estaba amenazada por el mundo árabe, a ocupar el lugar de un Goliat ultranacionalista y armado hasta los dientes.

En mi modesta tabla de valores, no acepto la palabra sionista como insulto (ya provenga de la derecha rancia o de la izquierda extrema) ni se me ocurre responsabilizar a los israelíes o a los judíos por el antisemitismo (como procuran instalar los miserables que no se hacen cargo de su odio). Tampoco acepto ese delirio que asegura que la masacre del 7 de octubre fue un acto de resistencia palestina ni que quienes apoyan las políticas bélicas y ahora represivas de la disidencia del gobierno israelí acusen a quienes hacen críticas a las acciones israelíes de darles aire a los asesinos de Hamas.

Desde siempre se dice -y me gusta- que donde hay dos judíos hay tres opiniones, una manera de celebrar la libertad para oponerse, cuestionar y criticar, algo que forma parte central de la cultura judía, como el humor, la ironía y la discusión entre laicos y religiosos. La figura central de Netanyahu en la política desde hace veinte años no solo fue encendiendo el rechazo internacional hacia Israel sino que se convirtió en el cuchillo envenenado que está dividiendo de manera dramática a los propios israelíes.

Basta ver las vergonzosas escenas de asedio y persecución a familiares de los rehenes y a quienes los apoyan en el pedido de un cese del fuego y un acuerdo para el regreso de sus seres queridos, imágenes que se repiten cada vez con mayor frecuencia. Por tradición y por moral, para los judíos cada vida importa y quiero seguir pensando así. Me enorgullece ese pensamiento así como me avergüenzan las expresiones racistas y expansionistas de los ministros de Netanyahu, quienes en su ambición de poder ya renunciaron a su carga de dignidad humana.

Esa ultraderecha internacional que ahora arma alianza con Netanyahu no olvidó su antisemitismo, eligió guardarlo por un rato: no son personas que quieren a los judíos, no los respetan, simplemente sienten más desprecio por los musulmanes, apenas eso.

El último fin de semana, Estoy muy tranquila con mi conciencia: cuestionar al gobierno israelí y seguir hablando del Holocausto y denunciando el antisemitismo no encierra para mí ninguna contradicción.

Recordando a Steiner

Dios anuncia que está harto de nosotros. ‘En serio. ¡Estoy harto! En 10 días llegará la inundación. La verdadera. Esta vez, sin Noé. Eso fue un error’. El Santo Padre les dice a los católicos: ‘Muy bien. Es la voluntad de Dios. Rezarán. Se perdonarán los unos a los otros. Reunirán a sus familias y esperarán el fin’. Los protestantes dicen: ‘Resolverán sus asuntos financieros. Sus asuntos deben estar completamente resueltos. Reunirán a sus familias y rezarán’. El rabino dice: ‘¿Diez días? ¡Pero eso es tiempo más que suficiente para aprender a respirar bajo el agua!’.

Lo que acabás de leer es un fragmento de una entrevista a Steiner fue un judío laico y cuestionador, intelectual incómodo, molesto, siempre extranjero y orgulloso de su errancia. Un judío que explicaba el antisemitismo como “un grito contra la molestia moral que representa el judaísmo”, alguien que veía en Israel un verdadero milagro y, a la vez, observaba que la creación del Estado estaba reduciendo a los judíos “a la común condición del hombre nacionalista”. Un verdadero pensador, capaz de complejizarlo todo en una era obscena de opiniones sin argumento.

“(La creación del Estado de Israel) ha reducido esa singularidad moral y esa aristocracia de la no violencia hacia los otros que han constituido la trágica gloria de los judíos”, le explicaba en sus últimos años a su amigo Nuccio Ordine. “Tengo por axiomático que cualquiera que torture a otro ser humano, aunque sea por imperiosa necesidad política o militar; cualquiera que sistemáticamente humille o deje sin hogar a otro hombre, mujer o niño, pierde el núcleo de su propia humanidad, le dijo también.

Llegó la hora de despedirme. Las imágenes de este envío son de la película La sombra del comandante, de Daniela Volker, de la película Zona de interés de Jonathan Glazer, del jerarca nazi Rudolf Höss, de los seis rehenes israelíes asesinados por Hamas días atrás, de una manifestación contra el gobierno de Netanyahu en Tel Aviv y un retrato de George Steiner.

Te deseo una buena semana y nos deseo a todos un tiempo menos dañino con nosotros mismos y en el que el odio no sea el principal combustible de las relaciones humanas.

** Para leer los “Fui, vi y escribí” anteriores, clickeá

Fuente: telam

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